El segundo quiebre ocurrió en 2015 con la victoria de Vidal en la provincia de Buenos Aires y de Macri a nivel nacional. Esta vez ganó el cambio y no la renovación peronista. El cambio trajo novedades en al menos tres áreas de gobierno: en materia política se reemplazó la lógica amigo-enemigo por la del diálogo, en materia de comunicación se abandonó un modelo de manual propagandístico, y se incorporó un estilo más horizontal y con mensajes positivos (“juntos podemos”). En el capítulo económico también hubo cambios, el más importante fue la reconstrucción del INDEC, y el más polémico, la intención de reducir el déficit fiscal ajustando solamente los subsidios a las tarifas de servicios públicos.
Es importante tener en cuenta que el triunfo de Macri difícilmente hubiera ocurrido sin la victoria del Frente Renovador en las elecciones legislativas de 2013 y sin el 21,4% que obtuvo Massa en la primera vuelta de las elecciones presidenciales pasadas.Quiere decir que el post-kirchnerismo no tiene un conductor definido, nadie tiene los votos asegurados.
Cambiemos enfrenta al menos dos desafíos para que la historia no lo juzgue como “lo que vino después del kirchnerismo”: enderezar la economía, y convertirse en un partido con capacidad para gobernar. Para la primer tarea tiene un equipo armado que, con más o menos discrepancias internas, define la política económica. En el plano político necesita consolidar su representación en municipios, gobernaciones y en el Congreso Nacional.
Una de las características del PRO fue incorporar caras nuevas en las boletas electorales y en la función pública que provienen de diferentes sectores políticos y no políticos, desde deportistas hasta empresarios. Es la esencia del PRO que no practica la militancia partidaria del siglo XX. La incorporación del neurólogo Facundo Manes como posible candidato en la provincia de Buenos Aires forma parte de esta visión política. La otra opción para Cambiemos sería reubicar a sus ministros que tienen buena imagen en las encuestas como candidatos a diputados o senadores en 2017. El problema de esta estrategia es que en lugar de expandir su base de dirigentes, la contrae.
Ahora bien, los candidatos no son magos. Si el año que viene no hay una recuperación económica genuina (crecimiento sin inflación) disminuyen las posibilidades de un resultado electoral exitoso para Cambiemos.
Si a Cambiemos le toca consolidarse, para el peronismo es tiempo de redefinirse. Para ello, los dirigentes que quieran ocupar posiciones de poder dentro de este espacio político deberán responder esta pregunta: ¿Qué representa el peronismo en la Argentina del siglo XXI? No es una cuestión de carácter teórico o filosófico, sino un interrogante cuya respuesta ayudará a definir acciones concretas sobre problemas domésticos de larga data: 1 de cada 3 argentinos es pobre.
Con las encuestas de imagen e intención de voto es posible acortar camino y definir candidatos, pero no alcanzan para elaborar un programa político de mediano y largo plazo que necesita el peronismo del post-kirchnerismo para alternar en el poder.
Pero lo que es malo para unos, es bueno para otros. Con este peronismo indeciso mejora el escenario político de Cambiemos para el año que viene. Paradójicamente, es posible que haya dos campañas que favorezcan a Macri, la propia y la de Cristina, si decide ser candidata.
En una escala de 0 a 10 el acuerdo electoral de Massa-Stolbizer para el año que viene está en 6 o 7 puntos. Representa una parte del peronismo en búsqueda de los valores del socialismo, y una parte de socialismo que quiere mejorar su performance electoral.
Esta alianza en construcción, que aún no sabemos si va a progresar, tiene sus fundamentos en las encuestas de opinión. De acuerdo a los estudios que hemos realizado en el Gran Buenos Aires, el 70% de los que tienen buena imagen de Sergio Massa tiene una buena imagen de Margarita Stolbizer, y el 60% de los que tienen una buena imagen de la diputada del GEN tiene buena imagen del ex intendente de Tigre. Además, ambos están bien ubicados en el ranking de dirigentes nacionales, rondan el 50% de imagen positiva.
Para que la unión tenga sentido y coherencia, y no parezca un acto oportunista, estos datos no alcanzan; quizás por eso ambos dirigentes decidieron desarrollar una agenda legislativa común. Tanto Massa como Margarita argumentan que sus acuerdos son por temas; sin embargo, todo pareciera orientarse hacia un acuerdo electoral.
¿Qué vale más para el GEN, un acuerdo de Margarita con Massa o con María Eugenia Vidal para consolidar su proyecto para dividir La Matanza? De prosperar esta iniciativa, el socialismo estaría en condiciones de competir en por al menos una de las tres nuevas intendencias (Juan Manuel de Rosas, Los Tapiales, Gregorio de Laferrere) del emblemático partido del conurbano bonaerense.
Históricamente el socialismo en argentina se ha desenvuelto mejor en el poder legislativo que en el ejecutivo, ahora tiene la posibilidad de plantar bandera con un proyecto ejecutivo.
Las contribuciones de los autores invitados no expresan necesariamente la opinión de Calibar.