Con Macron surge una nueva realidad política, pero permanecen los viejos desafíos
El nuevo presidente de Francia es Emmanuel Macron, líder del movimiento centrista y pro-europeo “¡En Marcha!”. En las elecciones del pasado domingo obtuvo el 66% de los votos, mientras que su rival Marine Le Pen, del derechista Frente Nacional, sumó el 34 %.
El triunfo de Macron sirvió para despejar dudas. La mayoría de los franceses, que no comulgan con los extremos ideológicos, prefirieron mantener a su país en el centro.
Con estos resultados, Francia permanecerá en la Unión Europea, alejándose, de este modo, de la decisión de los ingleses expresada a través de lo que se llamó Brexit. Pareciera que el Canal de la Mancha representa un muro a la hora de definir la pertenencia en la organización comunitaria.
La victoria del europeísta Macron probablemente contribuya a reforzar el liderazgo franco-alemán, que es la coalición que modera las diferencias entre los países de la comunidad, en especial con Gran Bretaña, que se había vuelto un obstáculo en el proceso de consolidación de los acuerdos europeos, y que ahora toma un camino autónomo.
A pesar de su triunfo, Macron tiene por delante el desafío inminente de construir una mayoría legislativa para gobernar, cita que será el 11 y el 18 de junio próximo. Recordemos que su partido tiene un año de existencia. Es posible que las próximas elecciones parlamentarias consoliden el fin del sistema bipartidista francés, que se caracterizó por la alternancia en el poder de los dos grandes partidos durante la Quinta República, los socialistas y los conservadores. Sin embargo, no queda claro que el nuevo presidente pueda reunir los apoyos propios que necesita para gobernar. Habrá que esperar para despejar esta incógnita.
Lo que seguramente no logrará modificar el resultado electoral son los desafíos que deberá enfrentar el país de la mano del novel presidente. Listamos los principales:
– Combatir el alto y persistente desempleo (10%).
– Gestionar de manera inteligente la creciente inmigración y resolver su incorporación en la comunidad.
– Volver a crecer.
– Enfrentar de manera eficiente la amenaza terrorista islámica, cuya violencia cobró numerosas vidas (recordemos que Francia es el país europeo con mayor cantidad de atentados de ese origen)
– Fortalecer a la Unión Europea, de la que desconfía por lo menos el 35 % del electorado francés.
– Recorrer y finalizar con éxito los acuerdos entre la Unión Europea y Gran Bretaña post-Brexit.
El resultado electoral del domingo pasado también trajo novedades en el frente opositor. El Frente Nacional llegó, por primera vez, al balotaje. Habrá que ver si logra constituirse en un partido con capacidad de alternancia. Seguramente, para lograrlo deberá moderar algunas de sus posturas más radicales y ocupar el centro, de tal manera de atraer votos que hoy no tiene.
El otro dato relevante de estas elecciones es lo que denominamos el no-voto. Si bien a primera vista la amplia victoria de Macron expresaría un consenso mayoritario, que incluye el rechazo a Marine Le Pen, lo cierto es que las abstenciones, votos en blanco y votos nulos ascendieron en la última elección al 30%, lo que muestra un país fragmentado.
En este sentido, Emmanuel Macron tiene por delante la difícil tarea de volver a unir a su país y de lograr los acuerdos imprescindibles para gobernar y avanzar en su agenda.
El 11 y 18 de junio próximo se realizarán las elecciones parlamentarias en Francia, cuyo resultado permitirá saber si el joven presidente tendrá una mayoría legislativa propia que le permita realizar un cambio integral de la legislación laboral en un país altamente sindicalizado, avanzar con reformas al todopoderoso sector publico, y acotar el insostenible aumento del gasto público.
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Lo que Macron prometió hacer
Cuando Macron dimitió a su cargo de ministro de Economía del gobierno de François Hollande -el 30 de agosto de 2016- para competir en las recientes elecciones presidenciales, declaró: “La honestidad me obliga a decirles que ya no soy socialista”. Su postura lo habilitó a buscar votos por fuera de su partido de pertenencia original, y ganar la presidencia.
Este cambio de posición también podría ser una señal de su voluntad de iniciar una etapa de reformas que le devuelva competitividad y crecimiento a la alicaída economía francesa. Algunos analistas especulan que Macron promoverá un capitalismo más igualitario y, a la vez, más eficiente en sus organizaciones públicas y privadas. Un difícil equilibrio. Veamos en detalle algunas de sus propuestas:
En la legislación laboral, Macron anunció que promoverá una mayor liberalización del trabajo, con “redes de contención social” para los damnificados por los cambios. “La organización del trabajo será definida sobre el terreno” –afirmó-, a través de una negociación entre empleados, empresarios y el Estado que concluirá en un referéndum a nivel de empresa. Promete reducir los impuestos al trabajo mediante el establecimiento de nuevos contratos laborales para los nuevos empleados. Queda la duda de cómo reaccionarán los poderosos sindicatos franceses.
Al mismo tiempo, el nuevo presidente aseguró que protegerá a los más desfavorecidos con un aumento de 100 euros al mes para las pensiones y los salarios más bajos.
Francia es uno de los países con mayor presión fiscal. Macron propuso en campaña reducir fuertemente los impuestos, por ejemplo, llevando el impuesto de sociedades del 33% actual al 25%, para situarlo en la media europea. También prometió reducir el impuesto sobre la vivienda, y sostuvo que el 80% de los hogares quedará excluidos de su pago.
Al mismo tiempo, el nuevo presidente dijo que promoverá un cambio en el sistema de subsidio por desempleo, que se abrirá a autónomos y a trabajadores que quieran cambiar de trabajo (podrán solicitarlo una vez cada cinco años). Se penalizará a los desempleados que cobren subsidios y rechacen ofertas laborales razonables.
También se espera una reforma del sistema de pensiones. Macron considera que el actual modelo es injusto. Promete no tocar la edad legal de jubilación ni el nivel de las prestaciones, pero plantea un nuevo método de cálculo: a igualdad de aportes, igualdad de prestaciones. Esto ataca ciertos regímenes especiales de jubilación que favorecen, por ejemplo, a los políticos franceses.
El presidente electo sostuvo que reducirá el papel de la administración pública en la vida de los ciudadanos. A la prometida desregulación, Macron anunció que reducirá el abultado gasto público, que representa el 60 % del PBI del país.
El presidente anunció un nuevo plan de inversiones del Estado por 50.000 millones de euros, dirigido a la industria, el sector energético, la ecología, el transporte y el campo francés. A éste último destinará 5.000 millones a través de un plan de transición agrícola. Macron afirma que esto es compatible con un plan de ahorro que lograría reducir 60.000 millones de gasto público (equivalentes a 3 puntos del PBI) en cinco años.
Macron promete combatir el fraude fiscal de las multinacionales en el país y cobrarles impuestos por la actividad que generen fuera de Francia. Propone una ley de “compre europeo” al estilo “Buy American First” vigente en EE.UU. Macron cree que Bruselas es parte de la solución y pide un mercado único digital y de la energía y también propone que el Brexit no se convierta en una excusa para romper el espacio de libre circulación creado por Maastricht. También ha insinuado el regreso de un eje franco-alemán renovado y poderoso, que vuelva a tirar del tren: “un proyecto europeo ambicioso” –así lo denominó-, que recupere el dinamismo inicial.
Además, el nuevo presidente propone mantener el compromiso de Francia para implementar los acuerdos de Paris contra el cambio climático, y que la política exterior francesa amplíe los límites de la cooperación internacional.
Una de las amenazas del nuevo plan es el déficit fiscal, que se supone crecerá al inicio de la gestión (para bajar paulatinamente en el mediano y largo plazo) para dar respuesta a parte de las promesas presidenciales (que aumentan el gasto público) y como consecuencia de algunos de los recortes anunciados.
Es posible que la mayor dificultad para los planes de aumento del déficit público que planea Macron provenga de afuera, más precisamente de la canciller alemana Ángela Merkel, que presionará para imponer mayor disciplina fiscal y control del gasto.
Merkel ya anunció públicamente su rechazo a dos de las principales iniciativas europeas del nuevo presidente francés: la creación de un Fondo Monetario de la Eurozona, para relanzar el crecimiento de la región, y la emisión de eurobonos, para compartir y distribuir a nivel europeo algunas de las deudas de sus integrantes. Esta discusión, que por ahora preanuncia un final de fracaso, deberá postergarse hasta el próximo otoño europeo. Merkel competirá en las elecciones de septiembre próximo para convalidar su liderazgo; compulsa cuyo final asoma, por ahora, muy incierto.
Algunos analistas sostienen que el plan del nuevo presidente tiene fuertes similitudes con el que en su momento presentó Nicolás Sarkozy cuando dirigió el país, y recuerdan que éste no lo cumplió. ¿Podrá Emmanuel Macron llevarlo adelante?