Nunca antes la administración de justicia tuvo un rol principal y decisivo durante los primeros meses de un nuevo gobierno en la historia del país, hasta tal punto de modificar el equilibrio de poder resultante de la elección presidencial.
Inesperadamente, en los primeros seis meses de gobierno del presidente Macri la agenda pública estuvo marcada por detenciones, imputaciones y procesamientos de importantes exponentes del kirchnerismo. La justicia penal, otrora acusada de hacer la vista gorda al régimen, se pintó la cara y avanzó hacia donde nadie preveía.
Hubo mucho de azar. Si bien era de esperar que la justicia cayera sobre Báez y que llamara a indagatoria a Cristina de Kirchner, el episodio (literalmente) milagroso de interceptar a José López brincando sobre los muros de un convento con millones de dólares cuya proveniencia no puede explicar, reformuló tanto el mapa judicial como el político.
Si. La detención del poderoso secretario de obras públicas de los Kirchner pone a la justicia ante una situación muy poco habitual: la incertidumbre que dispara el hecho. En efecto, a diferencia de los otros procesamientos de figuras del anterior régimen en los que la justicia tiene herramientas para administrar el proceso sin que se le vaya de las manos, el de José López abre una caja de pandora cuyos contenido y final se desconocen, es decir, no es posible controlar sus efectos, a quiénes puede llegar, hasta dónde puede escalar.
El caso de López es nuevo y asombroso porque, además de vincular por primera vez un hecho de corrupción con el gobierno y la obra pública, involucra a privados, a sectores del empresariado de la construcción. Comparte algunas características con el Lava Jato de Brasil, aunque aquí no hay empresarios encarcelados ni dispuestos a declarar como arrepentidos.
Cristina de Kirchner lo sabe muy bien. No acaso anunció: “El dinero que José López tenía en su poder alguien se lo dio y no fui yo”. Su estrategia es obvia: aquí se la podrá acusar de omisión, pero no de corrupción, toda vez que el dinero que le encontraron a López provendría de los retornos que recibía de las obras públicas adjudicadas de parte de algunos empresarios favorecidos.
La detención de José López también está reformulando el mapa de la política. Por un lado, es de esperar que el kirchnerismo se apague como la vela al despuntar el alba. Sus seguidores buscarán otra luz, muchos dentro del peronismo. El PJ avanzará más rápidamente hacia su reorganización y búsqueda de un liderazgo fuerte donde alinearse. Esta reconfiguración de las fuerzas de la oposición dificultará progresivamente la construcción de acuerdos circunstanciales con el gobierno. Antes había dudas acerca de quién asumiría el rol de liderazgo de la oposición; ahora quedó despejada una de ellas: no será la ex presidenta.
Otro caso (¡otro más!) es el de Ibar Esteban Pérez Corradi, el prófugo más buscado del país. Acaba de caer en Paraguay. Es análogo al de López porque se vincula con el régimen kirchnerista y porque conocemos, por ahora, el inicio; e intuimos que su escalada también afectará la dinámica y la configuración de la política.
En cuanto al impacto sobre el gobierno, el inesperado brinco nocturno de José López y la esperada aparición de Pérez Corradi proporcionan oxígeno a Macri: posterga demandas y disipa otras preocupaciones acuciantes de la población, como el aumento de tarifas y la inflación, y le permite vincularlo con la lucha contra la corrupción, uno de los reclamos populares. De esta manera, el gobierno aparece recuperando la iniciativa y, a la vez, tendrá el tiempo que dice necesitar (¿segundo semestre?) para que la anunciada recuperación de la economía llegue.
Por último, nunca antes la justicia había investigado al nuevo presidente apenas asumido, como ahora. Nos referimos al posible involucramiento del presidente Macri en el caso de los Panamá Papers. Dos son las novedades. La primera, el fiscal de la causa, Federico Delgado. Preocupa no que sea independiente, sino que sea inescrutable, que no pueda preverse su accionar, que no puedan conocerse sus opiniones con anticipación. No hay nada peor para los políticos que un magistrado inaccesible, imprevisible. Delgado acaba de confirmar la fama que lo precede: solicitó al juez de la causa, Sebastián Casanello, ampliar la investigación más allá del objeto inicial. Nunca antes.
La segunda novedad judicial de esta investigación es que probablemente la defensa de Macri opte por un camino corto y seguro para desligar a su defendido: alegará que las decisiones y el manejo de las sociedades y cuentas off-shore de la familia estuvieron a cargo de su padre, Franco Macri. Suena razonable y creíble. El presidente lo había anticipado a través de los medios.
Resultan alarmantes las vueltas fortuitas y pretenciosas del destino y nuestra incapacidad de preverlo. No tuvimos señales, ni siquiera indicios para prepararnos. Como en un cuento de Borges, la ficción se hizo realidad, superándola, mejorándola. Hasta tal punto que, en los primeros meses de gobierno de Macri, en vez de llover dólares e inversiones como hubiéramos esperado, llovieron juicios, que están arrasando con lo que quedaba del régimen anterior (y sus personeros) y modificando el mapa político. Como nunca antes, no sabemos cómo sigue. Continuará.